No necesariamente. A veces basta con una incomodidad, una repetición o una pregunta que no encuentra respuesta en otro lugar.
Es un espacio para que puedas contar lo que te trae y para que yo pueda explicar cómo trabajo. No implica un compromiso inmediato.
En psicoanálisis, la duración no es fija. No se trata de medir el tiempo en minutos, sino de cuidar que cada intervención tenga el tiempo que necesita.
El psicoanálisis no se basa en protocolos ni recetas. Escucha lo singular, lo que en cada uno no encaja en lo general.
Trabajo principalmente con la palabra y la escucha. No aplico técnicas estándar, aunque puedo sugerir recursos cuando el proceso lo requiera.
Sí, en casos en los que la presencialidad sea imposible. Aun así, recomiendo siempre el encuentro cara a cara cuando sea viable.
Se acuerda en función de cada caso: puede ser semanal, quincenal o con otra cadencia específica.
El honorario se comunica en la primera entrevista, dependiendo de la modalidad y el lugar de atención.
Si avisas con antelación, se puede reprogramar. Si no hay aviso, la sesión se considera realizada.
A través del juego, el dibujo y la palabra, siempre articulando el trabajo con padres o cuidadores.
En algunos momentos sí, especialmente en las primeras entrevistas o cuando la situación lo requiere.
Sí, he acompañado a niños y familias en contextos de enfermedad oncológica y procesos médicos complejos.